Decálogo para proteger tu piel de las radiaciones solares y artificiales

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El cáncer de piel es el más frecuente de todos los tipos de cáncer. La exposición excesiva a la radiación solar (y a otros tipos de radiación no naturales) incrementa el riesgo de que nuestra piel enferme. Por este motivo, es muy importante protegernos adecuadamente a lo largo de toda la vida, sin dejar de disfrutar de los paseos bajo el sol o a las actividades al aire libre.

La Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), ya apuntaba en 2022 el incremento del 40% de la incidencia del cáncer de piel durante los cuatro años anteriores. En España, cada año se diagnostica a más de 78.000 nuevos pacientes con esta enfermedad, de los cuales casi el 95% presentan cáncer de piel no melanoma, que afecta aproximadamente a 74.000 pacientes nuevos cada año.

Bajo este contexto, y en el marco del del Día Mundial para sensibilizar y combatir el Cáncer de Piel, Mar Santamaria, Responsable de Atención Farmacéutica de PromoFarma by DocMorris, comparte diez consejos básicos para proteger la piel de las radiaciones, tanto solares como artificiales, con el verano a la vuelta de la esquina.

Decálogo de protección para disfrutar del sol sin renunciar a tu salud

1. ¡Oh sole mio!, en su justa medida

Una tarde al sol sienta estupendamente, lo sabemos. La radiación solar es necesaria para sincronizar nuestro ritmo circadiano y para la síntesis de la vitamina D. Pero también es conocido que, en exceso, puede ser realmente nociva para la salud de la piel. Por ello, repasamos los hábitos más saludables de exposición al sol:

Durante las horas centrales del día, de 12h a 16h aproximadamente, es mejor evitar o minimizar al máximo la exposición directa al sol. Aunque nos apliquemos fotoprotección cada dos horas, a lo largo del verano, la cantidad de horas de exposición durante esta franja horaria puede ser muy elevada. Por ello, las sombras serán nuestras mejores aliadas.

Ten también a punto todos los complementos que nos hacen de barrer física, como sombreros, gorras, parasoles, gafas de sol, ropa técnica y, por supuesto, los cosméticos con buena eficacia en lo que a fotoprotección se refiere.

2. El color rojo, mejor para las gambas de una rica paella

Quemarnos “como gambas” significa daño solar máximo en la piel, y, si esto ocurre durante la infancia, peor aún. Equivale a dinamitar nuestro capital solar, lo que entendemos como “la capacidad” que tiene nuestra piel para sobreponerse al daño de las radiaciones solares durante toda la vida.

El bronceado intenso también es un signo de daño solar acumulado. Significa que los melanocitos han tenido que defenderse sintetizando más pigmento. Aunque el bronceado esté “socialmente aceptado y bien visto”, modéralo. Es mejor tirar de autobronceador y empezar a reivindicar la belleza y la validez de los fototipos claros.

3. Recuerda que no solo en la playa nos exponemos al sol Parece algo obvio, pero no siempre lo tenemos presente. Además, en los ambientes urbanos, se combina con los contaminantes ambientales. Todo esto, incrementa la presencia de sustancias oxidantes en nuestra piel.

La manera de no olvidarnos nunca de fotoprotegernos, es aplicar el cosmético con protección solar cada día, antes de salir de casa. Además, puedes llevártelo en el bolso o en la mochila, en un formato pequeño que permita una reaplicación fácil a lo largo del día.

4. Cuida con más mimo las pieles sensibles o sensibilizadas

Es conocido que la piel de los bebés y de los niños es más vulnerable frente a la radiación solar. Por ello, se recomienda no exponer directamente al sol a los menores de 6 meses y extremar las medidas de fotoevitación y protección en niños.

Pero, existen otros tipos de piel más sensibles al sol. Las personas mayores deben protegerse bien, ya que su piel tiene daño solar acumulado, y, exponerse excesivamente es un factor de deshidratación que hay que moderar en edades avanzadas. El embarazo es otra situación especial que puede conllevar una mayor aparición de hiperpigmentaciones. Finalmente, las personas con enfermedades de la piel, deben concienciarse muy bien en materia de fotoprotección, ya que la radiación solar puede empeorar claramente estas patologías: acné, rosácea, lupus, cicatrices, vitíligo, psoriasis, dermatitis… O con antecedentes de cáncer cutáneo.

5. Cosméticos y medicamentos que no se llevan bien con el sol

Algunas sustancias, ya sean ingeridas o porque entran en contacto externo con la piel, pueden dar lugar a reacciones de fotosensibilización o, incluso, fototoxicidad. Es decir, hacen que la piel tolere peor las radiaciones del sol. Ocurre con algunos medicamentos, y conviene informarse bien a través de un profesional de la salud sobre cómo podemos disminuir este riesgo.

Paralelamente, si vamos a exponernos al sol, es mejor evitar el uso de algunos cosméticos: los que contienen alcohol, los perfumes (con notas cítricas y aceites esenciales, especialmente), y otros ingredientes con acción renovadora intensiva y que no hayamos utilizado con anterioridad (como los retinoides concentrados y ácidos exfoliantes intensivos). En verano, evita también largas sesiones de jardinería: el contacto con determinadas plantas también puede sensibilizar la piel frente al sol.

6. Los antioxidantes (cosméticos y alimenticios) son bienvenidos

Las sustancias antioxidantes son muy buenas para la piel. Ya sea aplicadas a través de cosméticos o como parte de los alimentos que incluimos en nuestra dieta. Ayudan a neutralizar el daño oxidativo, unas reacciones que dañan tanto el ADN como otras estructuras, también en nuestra piel. Así que ya sabes, aprópiate de estas sustancias, pero ten en cuenta que no conviene acumular en exceso algunas de ellas, como la vitamina A y los betacarotenos.

Los cosméticos con vitamina C y E actúan como filtros biológicos, y refuerzan la acción de los demás filtros solares, porque combaten activamente los radicales libres. A nivel nutricional, las frutas y todas las hortalizas coloridas son buenas fuentes de antioxidantes: procura que tu dieta sea un arcoíris de colores. Los complementos alimenticios con propiedades fotoprotectoras también son muy interesantes, ya que aportan más resistencia a la piel. El ingrediente estrella de estos suplementos es el extracto vegetal de Polypodium leucotomos.

7. Fuentes de radiación UV artificial: ¡protégete, también!

Aunque la fuente principal de las radiaciones del espectro UV es solar, las que provienen de fuentes artificiales también son potencialmente nocivas. Es un hecho: las cabinas de bronceado incrementan el riesgo de cáncer de piel y, directamente, es mejor evitarlas.

Por otro lado, cuando vayas a hacerte la manicura semipermanente, aplícate un protector solar en las manos. Aunque nos expongamos a una dosis baja de radiación UVA, más vale prevenir que curar. Ya sabemos que el daño de las radiaciones es acumulativo.

8. ¡Mírate la piel!

Examina tu piel, la de tu pareja, la de tu familia y viceversa. Dale un buen vistazo de vez en cuando y sé muy observador. Los cambios en lunares, manchitas y, la aparición de lesiones cutáneas con un aspecto poco habitual, son motivo de consulta médica.

Para facilitar esta tarea, sigue la regla del ABCDE, que consiste en prestar atención a cambios visualmente perceptibles que pueden ocurrir en los lunares:

  • Asimetría: si un lunar deja de ser redondo y adquiere una forma irregular.
  • Borde: si se modifica el borde del lunar y es más irregular.
  • Color: cambios de coloración en un lunar, aparición de distintos colores en el mismo.
  • Diámetro: si aumenta en poco tiempo.
  • Evolución: si notamos que un lunar va cambiando de aspecto.

9. Consulta y no pases nada por alto

Si tienes un fototipo de piel claro, abundantes lunares o antecedentes de cáncer de piel, puede ser necesario que acudas a revisiones periódicas con tu médico/a o dermatólogo/a.

Actualmente, disponen de herramientas nada invasivas para controlar cualquier lesión y hacer un seguimiento minucioso de la piel. Ante cualquier duda, sobre fotoprotección o salud de la piel, consulta con un profesional de la salud.

10. En el cuidado de la piel, cualquier gesto cotidiano suma

La salud de la piel es como una ecuación, un equilibrio que hay que cuidar a lo largo de la vida. En esta ecuación, intervienen dos factores: unos que restan y otros que suman. Y queremos que el saldo resulte positivo, tanto como sea posible. “La acumulación de daño solar siempre resta; pero, con cada gesto de protección, sumas salud para tu piel”. Con los hábitos cotidianos de protección, te asegurarás de que las sumas ganen, y, con ello, el saldo de salud de tu piel sea positivo.

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