Llegar a Suecia, Japón, Emiratos Árabes, Isla Reunión y Estados Unidos con un mismo producto no es sencillo. El paladar en unos y otros países no es igual… pero si hablamos de piezas artesanales, tratadas con mimo, hechas de forma natural con métodos ancestrales y materias primas excepcionales, el buen gusto impera y conquista a cualquiera. Este es el motivo por el que Montaraz (www.montaraz.es) triunfa alrededor del mundo.
De la internacionalización de la firma se han encargado Ramón y Jaime Martín Sánchez, 4ª generación de la familia, ahora los CEO del negocio. Pero fue su padre Ramón, conocido como ‘Monchi’ en toda Extremadura -hoy presidente, siempre vigilando para que todo siga la línea de calidad y seriedad que implantó-, quien asentó los valores que hoy aplican sus hijos, el legado en el que pronto participarán sus nietos, 5ª generación.
Montaraz, el guardián de la calidad
Cada producto Montaraz sale de los mejores ejemplares de cerdo ibérico procedentes de la dehesa extremeña. De ellos, la mitad de los jamones y paletas se curan en Salamanca y la otra mitad en Olivenza. De ahí que existan dos ‘tipos’ de Montaraz, divididos a su vez en dos categorías -bellota y cebo de campo- unificadas gracias al nuevo branding.
El clima salmantino, más amable, forja unos jamones y paletas finas y de gusto suave. Tras su salado natural en pila y después de meses curándose en secaderos naturales que funcionan con el método más antiguo y básico que existe, abrir y cerrar ventanas, surgen unas piezas únicas, 100% naturales, con solo dos ingredientes añadidos a la carne: sal y tiempo. No hay cabida para ningún nitrito, nitrato o alérgeno.
Así, en Salamanca se crean Montaraz Único (ibérico de bellota, cuya imagen está representada en color rojo) y Montaraz Salamanca (cebo de campo ibérico, que reconoceremos por el intenso tono azul del packaging).
Con la misma técnica y materias primas pero curados en Extremadura, con temperaturas más altas, se obtiene un producto final más intenso y también con dos sellos: Montaraz Don Ramón (ibérico de bellota, cuya imagen identificaremos por su color dorado) y Montaraz Olivenza – Extremadura (cebo de campo ibérico, representado en verde).
Su logotipo común es la elegante silueta del montaraz, un personaje imprescindible en todo este proceso, el guardés de la dehesa -y “el guardián de la calidad”, como dice su eslogan-. Es también el encargado de varear las encinas y guiar a los animales a las zonas idóneas de los campos en época de montanera para que se alimenten con los mejores frutos.
Con trabajo, constancia, paciencia y honestidad, en un equipo profesional formado por unas 150 personas guiadas por la familia, todos aportan su granito de ‘sal’ para crear auténticas obras de arte que despiertan emociones.
Una de las máximas de la familia es buscar la excelencia, y en ese camino han implementado los avances más punteros en cuanto a seguridad y tecnología para crear uno de los mataderos más avanzados de España, adaptado y homologado para los exigentes estándares americanos.
Gracias a ellos están presentes en las mejores tiendas gourmet de Estados Unidos y en importantes presentaciones de la jet set neoyorquina. En sus modernas e impolutas instalaciones, que son de uso exclusivo, utilizan un sistema de sedación por CO2 que vela por el bienestar animal.