Este 5 de abril llega a Filmin «Anatomía de una caída», uno de los títulos más sonados del año. La directora Justine Triet se hizo con la Palma de Oro en Cannes, así como con el Óscar al Mejor Guion Original, dos Globos de Oro y un BAFTA, entre muchos otros reconocimientos, gracias a este thriller judicial escrito a cuatro manos junto a Arthur Harari. La película narra la historia de Sandra (Sandra Hüller), una célebre escritora, su marido, Samuel (Samuel Theis), y su hijo de once años, Daniel (Milo Machado Graner). La familia vive en una casa en la montaña, aislada de todo. Un día, Samuel aparece muerto, defenestrado al caer desde una terraza cuando los tres se encontraban en el interior de la vivienda. Tras ser considerada la principal sospechosa del incidente, Sandra se enfrentará a una disección judicial y mediática de su vida privada frente a su hijo para intentar demostrar su inocencia.
El punto clave de la trama es precisamente el juicio. Triet quería explorar la frontera entre la realidad y la ficción en este contexto: “Fui a ver decenas de juicios para documentarme y me di cuenta de que, en realidad, la verdad era algo accesorio”, explica la directora, “gana el relato más convincente, más interesante”. Sandra se ve totalmente expuesta en este pleito. No solo las circunstancias que rodean todo el caso son engorrosas, sino que su naturaleza distante y su libertad laboral la convierten en la acusada ideal: “Si una mujer es fuerte, culta y feminista es, por definición, culpable. Si su postura es sólida, el comentario es que parece demasiado fuerte para ser inocente”. Es por esto que Triet decide alejar a Sandra de la imagen de víctima inocente, bondadosa y vulnerable: “Su personaje no es un ángel. Más bien tiene una parte monstruosa”.
Otro de los argumentos centrales de la filmografía de la directora es la conciliación entre familia y trabajo y el reparto de responsabilidades dentro de una relación. «La reciprocidad en la pareja me inquieta desde siempre. Tengo hijos, tengo pareja y tengo una carrera, y es una cuestión que se ha discutido muchas veces en casa», cuenta. Esta truculenta historia la escribieron ella y su pareja, Arthur Harari, durante el confinamiento de 2020. El proceso de creación fue complicado e íntimo, pero efectivo: “Sin esta cinta aún llevaríamos todos esos temas dentro”, se abre la directora, Aunque también, conforme avanza la trama, se atisba una visión pesimistamente realista de las relaciones. La directora se sincera: “La imagen de la pareja en la película es más mediocre y vergonzosa de lo que tenía previsto. Y, a la vez, si reflejase mi auténtica opinión, hubiera sido todavía más horrible”.